Capítulo 2º: la noche.

Imagen de la noche
Vigilante ¿qué me dices de la noche?

"Él se viste para yacer junto a sí mismo"

"Sí; nosotros que estamos ahítos de sufrimiento hasta la garganta, deberíamos mirar bien en derredor, dudando de todo lo que se ve, se hace o se dice, precisamente porque tenemos una palabra para ello y no para su alquimia."

"La lucha de la fiera marca una senda a la fiera"

"-Lo que destroza el corazón del enamorado es la noche en la que se sume aquella a quien ama; él la despierta y sólo se encuentra cara a cara con la hiena de su sonrisa cuando ella deja aquella compañía."

"Nosotros despertamos de nuestras fechorías bañados en sudor, porque han sucedido en una casa sin señas, en una calle que no es de ninguna ciudad, poblada por unas gentes que no tienen nombre por el que podamos negarlas. Su misma falta de identidad las convierte en nosotros mismos, porque mediante el nombre de una calle, el número de una casa, un nombre, dejamos de acusarnos a nosotros mismos. El sueño exige de nosotros una inmunidad culpable."

"... buscando a mi gente que no ha sido creada..."

Todas las citas anteriores pertenecen al libro "El bosque de la noche" de  la escritora norteamericana Djuna Barnes. He rescatado las citas que apuntan a la creación de conceptos en filosofía o la creación del nombre propio en psicoanálisis. Citas que muestran cómo se hace la creación, los caminos que hay que transitar y los problemas que hay que resolver. Se trata de la creación de una línea abstracta o línea de fuga (Deleuze). Después de mostrar algunos ejemplos del doble (la diferencia o el pensamiento) en el primer capítulo vamos a pasar ahora a su dinámica porque es por medio del doble que se va a poder trazar la línea abstracta.

"Él se viste para yacer junto a sí mismo" es una síntesis disyuntiva (Deleuze) o disyunción inclusiva (Lacan); "entre perro y lobo" o como decíamos antes entre frío y miedo o también entre miedo y ganas. Se trata de horas crepusculares, cambios atmosféricos:


"Amar a los que son así: cuando entran en una habitación, no se trata de personas, caracteres o sujetos, se trata de una variación atmosférica, de un cambio de matiz, de una molécula imperceptible, de una población discreta, de una bruma o una nube de gotas" (Deleuze)

Este es el texto que recupera  Zourabichvili de Deleuze para hablar de la síntesis disyuntiva. Podríamos hablar también de una sexualidad atmosférica incluso de una sexuación atmosférica, un sexo-bruma inquietante...

También en D. Barnes hay un ejemplo de síntesis disyuntiva, cuando uno de los personajes de la novela acude a ver al doctor para preguntarle ¿qué es la noche? se encuentra con el doctor vestido con ropa de mujer y pintado, y el personaje que acude al doctor se sorprende y  se dice a sí mismo: "¡Dios, los niños saben cosas que no pueden explicar! ¡A ellos les gusta ver a Caperucita y al Lobo en la cama! Pero este pensamiento... no fue sino una sensación de pensamiento."

Dinámica: "La lucha de la fiera marca una senda a la fiera". La fiera ahora parece que es algo distinto del doble aunque procede del doble, es la línea abstracta del doble, la fisura que hay entre los dos que componen el doble entre los dos que son la diferencia consigo mismo, entre el relámpago y la noche, entre perro y lobo... la fiera deja marcas, signos de orientación. Pero ¿qué es un signo, una marca?.

"Existe siempre la violencia de un signo que nos fuerza a buscar, que nos quita la paz..." (Deleuze).
El signo remite siempre a algo distinto de sí mismo sin salir de sí mismo. El signo pone en contacto dimensiones heterogeneas del sí mismo, sensaciones. El signo es lo que rescatamos del devenir otro.
¿Cómo se forma el signo a partir del doble? Cuando se hace indiscernible, cuando lo actual se hace virtual y lo virtual actual: cristal de tiempo. La dualidad de lo virtual y lo actual se ha hecho indiscernible ya no discernimos el personaje de su doble, siguen siendo diferentes pero indiscernibles. Ahora el sujeto es indecidible. Surge la monstruosa potencia de lo falso, aparece la fiera marcando una senda en su lucha. Es el inicio del drama (problema).

Dice Deleuze: El signo que fuerza a pensar induce un drama en el pensador, que este debe lograr conservar en un concepto. Y siguiendo a Zourabichvili: "Un concepto es la captura de un drama o de un puro dinamismo: el concepto traza una línea de fuga entre puntos de vista, línea llamada, justamente, abstracta".

Cuando abrimos un doble por medio de la síntesis disyuntiva (diagrama) se produce una lucha (dinámica), un drama que deja una senda, una marca, un signo que guía y ese signo en su avance crea una línea que llamamos línea abstracta o concepto o nombre propio. El lenguaje nombra (abstracción) por medio del infinitivo ("crecer" "amar") la lucha, el drama,movimiento infinito que no termina jamás.

Zourabichvili: "Un concepto no representa la realidad, no la comenta ni la explica, sino que talla puros dramas en lo que llega, en lo que ocurre, independientemente de las personas u objetos a los que esto les llega u ocurre". Como decía anteriormente D. Barnesrepresentación.

Volvemos a El bosque de la noche:


"-No siga buscando la calamidad; la tiene en su hijo. Al fin y al cabo, la calamidad es lo que todos perseguimos. Usted la ha encontrado. El hombre está completo sólo cuando toma en consideración a su sombra además de a sí mismo; ¿y qué es la sombra de un hombre sino su asombro postrado?"



Caperucita y el lobo en la cama) ramifican las filiaciones de la noche, el pueblo olvidado, pueblo al que el Doctor acude cuando todo se sume en la memoria, memoria- cuerpo perdido del caballo:
"Un día, durante la guerra, vi un caballo muerto que llevaba mucho tiempo en el suelo. El tiempo, y los pájaros y su propio postrer esfuerzo habían dejado al cuerpo a gran distancia de la cabeza. Mientras contemplaba aquella cabeza, en mi memoria pesaba el cuerpo perdido; y a causa de aquella magnitud ausente, la cabeza yacía en el suelo con mayor peso" Se establece así el conflicto de las fuerzas activas y reactivas que describe Nieztsche.

Guido -prosiguió el doctor- es un bienaventurado, es la paz de espíritu, es lo que usted siempre persiguió. La Aristocracia- dijo sonriendo- es una condición que adquiere la mente de la persona al tratar de pensar en algo mas grande y mejor.

El barón Félix, padre de Guido, toda una vida obsesionado por la "Vieja Europa": la aristocracia, la grandeza, la realeza, intentaba a toda costa recuperar aquel pasado de nobleza y de inalcanzable fastuosidad de los reyes y las reinas, que no es más que el pasado puro que se actualiza ahora en Guido, su hijo enfermo (deficiente en lo mental), único portador de una nueva sangre de pensamiento aristocrático.

¿ Quién es este hijo enfermo? Hijo catástrofe, el idiota místico, el que "siente que hay otro sin que haya varios"  (Deleuze), anomal, brujo, Arlequín... el príncipe idiota de Dostoyevski, el idiota de la familia (Flaubert) de Sartre, la Comedia del Arte, Picasso, el saltimbanqui nietzscheano, el Polichinela de Tiepolo... El que "...se viste para yacer consigo mismo" Este hijo es el autómata espiritual  
que vive en la noche de nuestro cerebro, la línea abstracta, el tiempo en persona. Es  la marca que deja la lucha de la fiera: la diferencia.
Nunca hemos tenido miedo a la soledad, a pesar de que nos ha dejado huellas profundas de luchas que devastan el alma, algunos órganos han quedado dañados irremisiblemente, cicatrices feas en la superficie, pero finalmente cohabitamos con la soledad como con una compañera fiel. Lo que verdaderamente nos preocupa, nos desconsuela y nos hace temblar de terror es la posibilidad de perder el doble, perder la señal de la lucha consigo mismo, perder el otro en nosotros, eso es el horror más insoportable que nos pueda dañar.  Noche oscura del alma reconocer finalmente a la soledad como nuestro doble, hacer de nuestra soledad el doble más siniestro que nos podamos encontrar y luchar con él y que ambos quedemos exhaustos. ¿Qué otra cosa es el frío?. Al fin y al cabo el girasol en su tropismo no se detiene cuando se oculta el sol sino que el frío le hace volver al lugar por donde saldrá el sol. Deleuze: "Y en todas sus fatigas componentes, en todas sus autosatisfacciones mediocres, en sus presunciones irrisorias, en su miseria y en su pobreza, el yo disuelto canta todavía la gloria de Dios, es decir, de lo que contempla, contrae y posee". El frío: línea abstracta.


La mejor escenificación de la lucha del doble consigo mismo, del doble-soledad, la encontramos al final del libro "El bosque de la noche":

"En lo alto de la colina, recortándose débilmente sobre el cielo, se distinguía el blanco borroso de la capilla; había una raya de luz que recorría la puerta. Nora empezó a correr, jurando y llorando, y ciega se precipitó por la puerta de la capilla.
Encima de un altar improvisado, ardían dos velas delante de una Virgen. Su luz se extendía por el suelo y los bancos polvorientos. Delante de la imagen había flores y juguetes. Allí estaba Robin, de cara al altar, con su pantalón de hombre, en actitud sobresaltada y suspensa, con la mano a la altura del hombro. En el momento en que el cuerpo de Nora chocó con la madera, Robin empezó a inclinarse con el pelo ondeando y los brazos extendidos. El perro retrocedía con las patas delanteras en diagonal, el anca trémula, el pelo erizado, la boca abierta, la lengua colgando por entre sus dientes brillantes, gimiendo y esperando. Ella siguió agachándose hasta que su cabeza rozó la del animal, gateando, con las venas hinchadas en el cuello, debajo de las orejas y en los brazos y las manos, congestionadas y palpitantes al avanzar.
El perro, con todos los músculos temblando, dio un salto atrás. La lengua era un arco de terror. El animal retrocedía y retrocedía mientras ella avanzaba, gimiendo. Acorralado en el rincón, el perro arqueaba el lomo como para huir de algo que le causaba horror, y parecía alzarse del suelo; por fin se detuvo, arañando la paredes de lado con las patas delanteras que mantenía en alto, vacilantes. Luego, con la cabeza gacha, arrastrando el flequillo por el polvo, ella le golpeó el costado. Él lanzó un aullido de espanto e hizo amago de morderla, corriendo alrededor de ella, saltando a un lado y a otro, manteniéndose siempre de cara a ella, golpeando la pared con los cuartos traseros de un lado y de otro.
Entonces también ella empezó a ladrar, arrastrándose tras él, ladrando con una acceso de risa obscena y conmovedora. El perro, agachado, empezó a correr con ella, cabeza con cabeza, como para pasar junto a ella, golpeando el suelo suavemente con sus patas mullidas. Él corría de un lado al otro gruñendo por lo bajo, y ella reía y gruñía con él; gruñían a intervalos más y más cortos, cabeza con cabeza hasta que ella abandonó y se tendió con los brazos a lo largo del cuerpo y la cara vuelta de lado, llorando; y el perro también abandonó y se echó con los ojos inyectados en sangre y la cabeza apoyada en las rodillas de ella." 

Ah! la soledad también nos tiene miedo, se asusta y llora cuando nos ve. Lacan: Una mujer tiene por compañera su propia soledad.


Tenemos asustada a la soledad porque una vez que nos gana en la vida cotidiana y nos deja heridos entonces la buscamos y la recuperamos como nuestro doble y gruñimos y reímos con ella. Piedad... es piadosa con nosotros y nos sostiene con su frialdad.

 Vigilante ¿qué me dices de la noche?. El instinto de muerte: la desexualización.

"La noche" ,en la novela de Barnes, es el lugar último en donde va a aparecer el instinto de muerte, esa soledad que es la última máscara de Eros. De la lucha con nuestra soledad va a surgir un pensamiento "...puro y frío, apático y helado...": la línea abstracta.

Tanto Freud como Lacan y como Deleuze remiten el final de sus investigaciones a un tema único, aunque cada uno lo trata de distinta manera: para Freud es el problema del masoquismo primordial (el más allá del principio del placer) y  con ello el problema del humor y el superyo; para Lacan es el problema de la extracción del objeto a y el pase (pase de psicoanalizante a psicoanalista); para Deleuze el problema del instinto de muerte, el futuro como eterno retorno, la desmaterialización de los signos, el acceso a un pensamiento frío y cruel. Nos proponemos hacer un breve repaso de estos tres autores para luego volver a la noche.

Comenzamos con Deleuze y para ello nos remitimos a una de sus primeras monografías: Proust y los signos. Su primer planteamiento es que el libro de Proust es un aprendizaje. "Aprender concierne esencialmente a los signos". "Aprender es, en primer lugar, considerar una materia, un objeto, un ser, como si emitieran signos por descifrar, por interpretar". Se trata de vencer algunas creencia consolidadas: "atribuir al objeto los signos de que es portador". Este es el principal problema, creemos que el mismo objeto contiene el secreto del signo que emite. Los objetos portan el signo pero no tienen su secreto, no son ese signo. "Cada signo tiene dos mitades: "designa un objeto y significa algo distinto". Reconocemos las cosas (reconocimiento del objeto), pero nunca las conocemos. Preferimos el reconocimiento al hallazgo al esplendor de un signo. De aquí que se trate de descubrir que "el sentido material no es nada sin que encarne una esencia ideal". Para alcanzar la esencia ideal hay que "desmaterializar" el signo, cosa que sabe hacer el mundo del Arte.

Aquí podemos hacer un alto para preguntarnos algunas cosas que por ahora no vamos a contestar. Si se trata de desmaterializar el signo para encontrar el esplendor que es su esencia ideal, si es así, entonces la Versagung freudiana, la renuncia al objeto ¿en qué consiste? ¿qué es la castración?. Porque en la versión lacaniana de la versagung consiste en la caída del significante de la identificación para alcanzar el objeto (a) y así poderse identificar con aquello que es más yo que yo mismo, ese real que estaba sosteniendo la identificación simbólica (S1) pero que a su vez quedaba preso de esa identificación, o sea se introducía en la mecánica mortificante del mundo significante, de la estructura significante (filiación) y el único recurso que le quedaba era el plus-de-goce o sea entregarse a la mecánica del Super-yo (más trabajo simbólico para alcanzar el objeto a y a su vez el objeto se aleja cada vez más).

Ahora bien, ¿podemos concluir que tanto Deleuze como Lacan están hablando de lo mismo? En el caso de Deleuze el resultado final del proceso de desmaterialización es una esencia, una cualidad absoluta, que pertenece al pensamiento, o sea una idea. Sin embargo en el caso de Lacan el resultado último es un real, un hueso, una piedra, el goce del cuerpo, llamado sinthome (hace síntoma en relación al mundo simbólico) y es imposible de ser aprehendido por lo simbólico. Y el sujeto (vacío) acaba por identificarse con ese real último de su goce.

Una idea no es un real del cuerpo, precisamente se llega a la idea a través de un "incorporal" a través de un vaho inquietante en la pradera. Cuando Lacan desmaterializa/desexualiza (pulsión de muerte) lo que hace es liberar al objeto de sus anclajes simbólicos. Cuando Deleuze desmaterializa/desexualiza el signo lo que hace es crear su línea abstracta, propone como fin la abstracción de la idea y no el peso de lo real.

Es asombroso que dos autores que parten de la temática de la diferencia lleguen a resultados tan opuestos. Pero claro no es lo mismo la diferencia estructural de los significantes que la diferencia de sí mismo. Aunque Lacan trata al significante como lo que es diferente de sí mismo no sigue la experimentación de la diferencia de si, más bien sigue la diferencia de una cosa como diferente de otra (un significante es diferente de otro y ese es su único sentido: la estructura) y no de sí misma.

Inmediatamente nos preguntamos cómo era todo esto para Freud, cómo penso el problema económico del masoquismo (desexualización) y a qué resultado llegó. Claro que para Freud había otra cuestión que aún no hemos mencionado: la sublimación. Más adelante hablaremos de esto.

Volvemos a Deleuze y su texto de Proust y los signos. Igual que nos cuesta diferenciar el signo del objeto en que está inscrito (de ahí la necesidad de desmaterializar el signo) también nos cuesta "renunciar a esta creencia en una realidad exterior". El objeto se interpone, nos confunde en la lectura de los signos, quedamos atrapados en su materialidad dura, nos petrificamos (para el psicoanálisis lacaniano la petrificación provendría de la simbolización del objeto, de su ingreso en la estructura simbólica del lenguaje). Y si no hay una realidad exterior... pues queda un mundo espiritual poblado de esencias.

¿Qué son las esencias?: Una diferencia, la Diferencia última y absoluta. Aquí vamos a tener que hablar de nuevo del doble y del precursor oscuro para poder mostrar que la esencia es finalmente lo que hemos llamado la línea abstracta, aquello de lo que carece la teoría lacaniana, de una verdadera incorporación del problema de la diferencia y de la abstracción (conseguida por el Arte). Pero tenemos que ir despacio y acudir a otro texto de Deleuze "Diferencia y repetición" en concreto al capítulo 2 ("La repetición para sí misma") y al apartado de ese capítulo "¿qué es un sistema?".

El planteamiento surge de la intuición ontológica de Heidegger: la diferencia debe ser en sí misma articulación y vínculo, lo que quiere decir que relacione lo diferente con lo diferente. Es necesaria una diferenciación de la diferencia y por lo tanto un diferenciante. Y se pregunta Deleuze: "En qué condiciones la diferencia desarrolla este en-sí como "diferenciante" y reune lo diferente...?

El diferenciante de la diferencia es la máquina de desexualizar que nos lleva al instinto de muerte, por ello Deleuze insiste en que el precursor oscuro (el diferenciante) no es un amigo. El final del amor es la desexualización y la creación de una imagen última del pensamiento, una imagen del diferenciante, el esplendor del instinto de muerte: el polichinela inmaculado, el pensamiento en persona.



Polichinela inmaculado




Hay que destacar que lo que denominamos como línea abstracta es inseparable del humor. Para entender esta relación recurriremos a uno de los textos freudianos cuyo título es precisamente "el humor":

"Es hora de que nos familiaricemos con algunas características del humor. Lo grandioso reside, a todas luces, en el triunfo del narcisismo, en la victoriosa confirmación de la invulnerabilidad del yo. El humor no es resignado, sino rebelde; no sólo significa el triunfo del yo, sino también el principio del placer, que en el humor logra triunfar sobre la adversidad de las circunstancias reales. ¿En qué consiste, pues, la actitud humorística que nos permite rechazar el sufrimiento, afirmar la insuperabilidad del yo por el mundo real, sustentar triunfalmente el principio del placer, y todo ello sin abandonar, como ocurre en los otros procesos de idéntico designio, el terreno de la salud psíquica, aunque este precio parecería ser ineludible?" Freud responde a esta pregunta de la siguiente manera:


"Este yo no es algo simple, sino que aloja como núcleo central una instancia particular -el super-yo- con la que aveces se funde, al punto que no logramos diferenciarlos, mientras que en otras condiciones discrepa violentamente del mismo. Genéticamente, el super-yo es el heredero de la instancia parental; a menudo mantiene al yo en severa dependencia, lo trata realmente como los padres -o más bien el padre- trataron al niño en años anteriores. Alcanzamos así una explicación dinámica de la actitud humorística, admitiendo que consiste en que la persona del humorista ha retirado el acento psíquico de su yo para trasladarlo al super-yo. A este super-yo así inflado, el yo puede parecerle insignificante y pequeño, triviales todos sus intereses, y ante esta nueva distribución de las energías, al super-yo le resultará muy fácil contener las posibles reacciones del yo.


Fieles a nuestra acostumbrada terminología, en lugar de translación del acento psíquico tendremos que decir desplazamiento de grandes cantidades de catexia. Más entonces habrá que verificar si es lícito concebir tales desplazamientos masivos desde una instancia del aparato psíquico a otra, pues esta noción tiene todo el aspecto de una nueva hipótesis construida ad hoc" "Creo pues, que merece ser tenida en cuenta la anotada posibilidad de que en cierta situación la persona hipercatetice de pronto su super-yo y luego modifique desde éste las reacciones del yo. Comúnmente conocemos al super-yo como muy severo amo, y podría aducirse que mal concuerda con este carácter el que se avenga a facilitar al yo un pequeño goce placentero. (...) También es cierto que el super-yo al provocar la actitud humorística , en el fondo rechaza la realidad y se pone al servicio de una ilusión. (...) "Si es realmente el super-yo quien por medio del humor consuela tan cariñosamente al intimidado yo, ello nos demuestra que aún tenemos mucho que aprender sobre la esencia del super-yo. Por fin, si el super-yo trata de consolar al yo con el humor, protegiéndolo del sufrimiento, no contradice por ello su origen de la instancia parental"


Vamos a intentar destacar algunos aspectos interesantes del texto:



Una nueva distribución de las energías que Freud denomina como "desplazamiento de grandes cantidades de catexia", esto es, que determinada cantidad de carga libidinal queda desplazada. Este fenómeno es lo que Freud vino a denominar como desintrincación: cierta cantidad de energía libidinal de Eros se convierte en neutra y queda desplazada poniéndose al servicio de Tánatos. Los dos puntos fundamentales de desintrincación serían el narcisismo (yo narcisista) y la formación del superyó; tanto en el caso del yo como en el del superyó la energía desexualizada se desarrolla de distinto modo: en el primero se produciría una idealización mientras que en el segundo una identificación.


La desintrincación de las pulsiones es pues colocada por Freud como proceso clave del humor. El propio autor explica el mecanismo humorístico como la agresividad vuelta contra el yo bajo la instancia del superyó; la actitud que prevalece en el humor es que a la instancia del superyó, le parece insignificante y pequeño, todos los intereses del yo: el superyó se infla. Atendiendo a esta explicación parecería que el humor es una suerte de sadismo vuelto hacia la propia persona, como bien señala Deleuze: "Se pasaría al masoquismo por trasferencia de la agresividad al superyó, que inspiraría la vuelta del sadismo contra el yo. Aquí reside, desde el punto de vista genético, lo esencial de la argumentación favorable a la unidad del sadismo y el masoquismo".

Ahora bien, debemos atender a la primera parte del texto. En ella se subraya el triunfo y la insuperabilidad del yo, más aún el triunfo del principio del placer en contra de las adversidades y el sufrimiento. También aquí debemos proceder por partes.

Dado que el proceso humorístico es explicado por Freud fundamentalmente a través de la desintrincación, hay que señalar que el argumento subyacente todo el rato es el de el nexo entre el placer y el dolor. Nos habíamos quedado en que el superyó queda inflado percibiendo las desgracias del yo como algo insignificante, algo que por otra parte produciría una sensación de placer en el propio yo, esto es, que desde el superyó se modifican las reacciones del propio yo, proporcionándole un pequeño goce placentero. Demasiados saltos, ¿no?. En efecto, parecería que hay una conexión directa que va del superyó al yo y después un salto ambiguo.

Freud convierte al humor en una operación sadomasoquista, mientras que nosotros queremos señalar que el humor es la invención por antonomasia del masoquista. Freud señala esta salida al principio del texto pero enseguida la deshecha. El humor por tanto es del orden de la perversión. Así pues, en el masoquista el superyó aparentemente conserva su poder de castigar y juzgar, pero éste es solo un disfraz. En realidad el superyó ha muerto, es la verdadera víctima, su muerte se debe a la denegación, la negación del Padre. Tal y como nos señala Deleuze: "El yo triunfa, afirma su autonomía en el dolor, su nacimiento partenogenético a consecuencia de los dolores, pues estos son vividos como dolores que afectan al superyó". Por tanto el humor no sería el resultado de un superyó inflado como nos señala Freud, sino más bien el de un yo triunfador que ataca al superyó en el yo: es la génesis de un yo ideal puro independiente del superyó.

Debemos señalar todavía algunos aspectos esenciales: en primer lugar cuando señalamos que es el yo el que triunfa debemos esclarecer a qué clase de yo nos estamos refiriendo. No es un yo del narcisismo, ni tampoco de la subjetividad. Lo esencial del humor reside precisamente en esto, en una ruptura con la subjetividad. Existe por tanto dentro del humor un elemento impersonal.

La denegación es el proceso de desexualización propio del masoquista. Deleuze nos señala: "El falo materno no es un órgano sexual sino, al contrario, el órgano ideal de una energía neutra, productor él mismo del ideal, es decir, del yo del segundo nacimiento o del nuevo hombre sin amor sexual". Hallamos por tanto una escisión entre el yo narcisista y el yo ideal, en donde el yo idealizado utiliza la imagen de la madre como espejo capaz de reflejar y producir un yo ideal. Este yo es un yo frío desembarazado del superyó y de la sexualidad: muerte del padre. Mientras que por otro lado el yo narcisista se resexualiza a través del elegante e impoluto CONTRATO MASOQUISTA: en donde se le otorgan los placeres que el superyó prohibe.


Podemos ahora señalar el último punto en relación al texto freudiano, el del triunfo del principio del placer. La frialdad de la desexualización en el masoquista se acompaña de una resexualización que es bienestar, alegría, humor. No es el placer el que triunfa sino la repetición misma (ese impersonal del masoquista), independizada del placer. Ella es el ideal mismo, la alegría del contrato. El dolor es solo el instrumento de la desexualización, anular al superyó,para ahora sí, liberar a la repetición que es la verdadera idea, obra de arte del masoquista, subordina a los placeres de la resexualización.

El Humor: Polichinela, garrote en mano y vestido de un traje blanco impoluto, limpio, sin manchas: inmaculado. Asistimos al esplendor del pensamiento.




Imagen del pensamiento: El contrato masoquista
¿Porqué un polichinela, o un idiota, como sujeto del pensamiento?. Deleuze en Diferencia y repetición comenta: "un puro dinamismo espacio-temporal no puede ser experimentado más que en el extremo de lo vivible, en condiciones fuera de las cuales acarrearía la muerte de todo sujeto bien constituido... en embriología hay movimientos vitales... torsiones...que solo el embrión puede soportar...El pensamiento es más bien uno de esos movimientos terribles, que solo pueden ser soportados en las condiciones de un sujeto larvario". Solo estos sujetos larvarios, polichinelas, idiotas, necios... pueden soportar el trabajo de la diferencia, las torsiones del precursor oscuro. Solo estos seres soportan la desexualización que va a dar lugar al movimiento forzado, al pasaje a la línea abstracta (la cualidad desmaterializada).

En el capítulo anterior, Diagrama, habíamos  mostrado que el falo del que habla el psicoanálisis podía tener otra lectura que no fuera aquello que sustenta el Nombre-del-padre. Habíamos llegado a mostrar que el falo simbólico era la forma lógica del diagrama, la síntesis disyuntiva. Ahora podemos ir más allá y decir que el diagrama, la síntesis disyuntiva, es la forma lógica del precursor oscuro y que su operatoria culmina en el movimiento forzado que no es otra cosa que el exceso creado por la síntesis disyuntiva, exceso del precursor sombrío, del diferenciante de la diferencia, exceso que en su movimiento forzado crea la línea abstracta.

"...terribles modelos de los seudos donde se desarrolla el poder de lo falso..."
El en sí de la diferencia, lo diferentemente diferente, no tiene identidad por lo tanto su potencia está en el disfraz, potencia de lo falso. Disfraz que lleva debajo otro disfraz (Arlequín con su traje de remiendos). Eterno retorno de lo diferente que en su exceso muestra una imagen, el esplendor de la diferencia, la epifanía del pensamiento. Es el instinto de muerte que encuentra su salida gloriosa en la línea abstracta, en la obra de arte. Proponemos un final de análisis que no sea la identificación con el sinthoma (objeto real) sino la realización de la línea abstracta por parte del yo ideal (masoquista) irrisión del super-yo, el surgimiento de una nueva imagen del pensamiento, una imagen producto del exceso del diferenciarse de la diferencia. Una imagen de un mundo en el que se pueda vivir.

Nuevas filiaciones que no sean las del Nombre- del- padre. "Terribles modelos de los seudos donde se desarrolla el poder de lo falso". Nueva geografía para un pueblo nómada que camina por el desierto del pensamiento:
...un pueblo nómada...



El Arte supo descubrir una nueva imagen del pensamiento: la línea abstracta. La filosofía ha sabido descubrir un nuevo concepto: la Diferencia. Ahora es el momento del psicoanálisis. Creemos que el concepto de sinthome aunque en la buena línea no es suficiente para dar cuenta de la experiencia psicoanalítica, es necesario un esfuerzo más y pensar la experiencia analítica desde la Diferencia.  ¿Y cómo podríamos avanzar en ese concepto, sinthome, que el psicoanálisis cierra un poco rápido?. El capítulo anterior lo comenzamos con una nota a pie de página referida al psiquiatra francés Ch. Lasègue. Creemos que en esa nota se encuentra la pista que buscamos para tratar de otra manera el sinthome: Deleuze dice que Lasègue utiliza un procedimiento de artista y que en su descripción del tipo clínico (exhibicionismo) comienza con una novela. Y finalmente apostilla: "...pero se requiere un clínico-artista."
"El síntoma es siempre tomado en una novela". Ahí está toda la diferencia entre el sinthome como lo concibe el psicoanálisis actualmente y como sería si incorporase el problema de la diferencia.


Y dentro de un paréntesis nos dice: "lo importante no es el carácter ficticio de los personajes, sino lo que explica la ficción, a saber, la naturaleza del acontecimiento puro y el mecanismo de la contraefectuación".  Hasta aquí tenemos que llegar y lo mejor es volver  a remitirnos a los textos freudianos del masoquismo y el más allá del principio del placer, al problema del superyó y el yo ideal.