Capítulo 1º: Nota a pie de página. (Deleuze "La lógica del sentido" Serie 33 pág. 240. Paidós Básica)

2 Quisiéramos citar un ejemplo que nos parece importante para un problema tan oscuro. Ch.Lasègue es un psiquiatra que, en 1877, «aisló» el exhibicionismo (y creó la palabra); trabajó así como clínico, como sintomatólogo: véase Etudes médicales, tomo I, págs. 692-700. Ahora bien, cuando intenta presentar su descubrimiento en un breve artículo, no comienza por referir los casos de exhibicionismo manifiesto. Comienza por el caso de un hombre que se pone todos los días al paso de una mujer, y la sigue por todas las partes, sin dirigirle una palabra ni un gesto («su papel se limita a hacer la función de una sombra...»). Lasègue comienza, entonces, por hacer comprender implícitamente al lector que este hombre se identifica enteramente con un pene; y sólo a continuación cita los casos manifiestos. El procedimiento de Lasègue es un procedimiento de artista: comienza con una novela. Sin duda, la novela es construida desde el principio por el sujeto; pero requiere un clínico-artista para reconocerla. No se trata sino de una novela neurótica, porque el sujeto se limita a encarnar un objeto parcial que efectúa en toda su persona. ¿Cuál es, pues, la diferencia entre una novela vivida, neurótica y «familiar», y la novela como obra de arte? El síntoma es siempre tomado en una novela, pero éste en tanto que determina la efectuación, y en tanto que, por el contrario, desprende el acontecimiento que contraefectúa en los personajes ficticios (lo importante no es el carácter ficticio de los personajes, sino lo que explica la ficción, a saber, la naturaleza del acontecimiento puro y el mecanismo de la contraefectuación). Por ejemplo, Sade o Masoch hacen novelas-obras de arte de lo que los sádicos o los masoquistas hacen simplemente una novela neurótica y «familiar», incluso si la escribiesen.


Turner: Paz. Sepelio en el mar (1842)

Si se pudiera hablar/pensar sobre lo que está ocurriendo en esa grieta que Turner logra pintar después de dedicar toda su vida a la búsqueda de esa línea/grieta abstracta de la pintura. Si pudiéramos decir una sola palabra que muestre lo que ocurre en la grieta del pensamiento (trabajo que Artaud puso en marcha) . Si lográsemos llevar a cabo una escucha analítica que permitiera expresar esa línea abstracta, una escucha desde la abstracción como ya ha hecho la pintura y la filosofía. Pensamos que ahora llega el momento del psicoanálisis.


Goya: Un incendio en la noche (1793)


Para Deleuze la experiencia del pensamiento (el encuentro con la línea abstracta) comienza cuando se rompen los lazos con la acción (con la imagen sensoriomotriz) y esto se remonta a la ruptura del vínculo del hombre con el mundo. Rotos los lazos queda un vidente ante lo intolerable: el estado permanente de la banalidad cotidiana. Ahora se trata de creer pero no en otro mundo sino en los lazos del hombre con el mundo. La formula de Deleuze es "posible, o me ahogo". Creer en este mundo aunque los idiotas se rían, un mundo del que los idiotas forman parte.

1.La esencia artística de la imagen: producir un choque sobre el pensamiento.

2.El movimiento automático (por ejemplo el cine aunque a nuestro entender no solo el cine) hace que se eleve en nosotros un "autómata espiritual". Potencia común de aquello que fuerza a pensar y aquello que piensa. Ejemplo de la elevación del autómata espiritual es la película de "Taxi driver" un taxista (incapacitado para la acción, reducido al espacio del taxi y la acción mecánica de la conducción)comienza a ver (escenas de la calle, prostitutas adolescentes, borrachos, ladrones, proxenetas...)se vuelve visionario, emerge su doble, su autómata espiritual, la bestia humana dispuesta a una nueva acción (Acontecimiento)... El expresionismo nos dio distintas muestras de autómatas espirituales, al igual que la novela gótica, en última instancia los estados de stress se reducen a eso a la aparición de un empuje del autómata aunque en este caso de forma explosiva. Mas amable es la aparición del doble cuando el fumador enciende su cigarrillo (leer "La conciencia de Zeno" de Svevo).

Vida cotidiana del autómata espiritual

¿Podríamos hablar de una "psicopatología de la vida cotidiana" del doble/autómata espiritual? No solo plantear como hizo Freud lapsus y demás tropiezos sino de la emergencia de esos dobles como resultado de los tropiezos como ocurría en las películas musicales cuando un personaje golpea o se golpea con algo y se abre un mundo musical en donde libera un doble que efectúa acciones imposibles para nuestro personaje en su cotidianidad. ¿Hablan los psicoanalizantes de estos dobles? ¿Se presentan en sesión? ¿Nos saludan desde los sueños? ¿Por qué viene alguien a sesión para hablarnos extrañado de su gato? ¿Por qué luego sueña que es de un determinado color que le produce extrañeza?. Alguien llega turbado porque al entrar al edificio donde va a tener su sesión se ha encontrado con un travesti. La sensación de que alguien me ha mirado. El doble por todas partes, sombra del doble, ¿qué cosas ocurren en la sombra? ¿somos sensibles a la sombra? ¿Qué ocurre en la sombra que libera el árbol? ¿por qué se habla tanto de las parejas, tengo pareja, no la tengo, no me habla, me mira mal...? ¿me quiere?. Porque no se trata tanto de que hablen de sus parejas como de sus dobles, de sus autómatas espirituales. Vida cotidiana del doble autómata.¿Quienes son estos dobles, estas sombras? Son el pensamiento en persona.


El pensamiento en persona.

Hace poco una niña (gracias Esteruky) me decía que había conocido a alguien de quien había oído hablar a sus padres y cuando lo conoció se dio cuenta de que era una persona distinta a quien ella había pensado y luego me preguntó extrañada: "Entonces ¿quién era ese en el que yo había pensado?". La mejor respuesta es: el pensamiento en persona. ¿Quién es el que piensa? Desde luego ya no se trata de ese sujeto lógico que ahora sabemos que lo que hacía cuando tenía que pensar algo era ir a consultar con la almohada.

El doble autómata es la realidad.

Freud lo denominó "siniestro" por su doblez de extraño y familiar a la vez. Lacan dijo que el fantasma era la realidad.Nosotros decimos que el pensamiento es la realidad. ¿Y qué es lo otro que no es el pensamiento, el otro del doble espiritual, autómata, el otro otro? Lo otro sí que es algo siniestro: el cuerpo, la profundidad del cuerpo de la que M. Klein nos habló a lo largo de toda su obra.


¿Qué realidad abre el doble?. Deleuze : “Ya no son actos que hay que explicar, sueños o fantasmas que hay que interpretar, recuerdos de infancia que hay que recordar, palabras que hay que significar, sino colores y sonidos, devenires e intensidades (y cuando devienes perro, no preguntes si el perro con el que juegas es un sueño o una realidad, si es “tu puta madre” o cualquier otra cosa). Ya no es un Yo que siente, actúa y se acuerda, es “una bruma brillante, un vaho amarillo e inquietante” que tiene afectos y experimenta movimientos, velocidades.

El doble especulativo (no el doble especular)
En definitiva no hay que confundir el autómata espiritual con su efectuación (“¿quién es ese? ¿qué le he hecho yo?”). Más bien se trata de realizar la contraefectuación ir al encuentro del pensamiento en persona. Sino nos queda la fobia, la hipocondría, cuando abandonamos el pensamiento nos vamos a la profundidad del cuerpo a los dolores del esquizofrénico. En cambio con los dobles ya no hay materialidades solo el pensamiento, los colores y sonidos, el vaho amarillo e inquietante, la línea abstracta del pensamiento. No el doble especular como se ha presentado muchas veces en psicoanálisis y en la literatura sino el doble especulativo, el que sobrevuela el campo de intensidades, la acción del pensamiento.

El cuerpo hipocondríaco
Nos podríamos preocupar porque esa realidad fuera ajena a el cuerpo y por tanto lo dejase abandonado a su suerte. Pero no es así porque el autómata espiritual es un tratamiento del cuerpo, un tratamiento de los ruidos y profundidades del cuerpo. Un pasaje de los ruidos a la palabra (más bien al verbo/ infinitivo). Un tratamiento de la hipocondría, una manera de saber hacer con la voracidad y la locura de las profundidades. Quien mejor ha descrito lo que nosotros llamamos el cuerpo hipocondríaco ha sido M. Klein: el cuerpo de la madre lleno de miles de penes agresivos proyectados por el niño, penes venenosos, putrefactos que vuelven contra el cuerpo del bebe que horrorizado se defiende con explosiones anales proyectadas al cuerpo materno. Batalla de órganos venenosos y mutiladores. Miles de órganos en desorden que tanto se proyectan como se introyectan en una batalla a muerte, explosiones y desgarros. Mundo relatado por el esquizofrénico en su desastre espiritual. El cuerpo que cae a su profundidad, abismo indiferenciado. Mundo del comer y ser comido, más bien devorar y ser devorado. Y en este desastroso campo de batalla: los ruidos. No nos cansamos de escuchar vez tras vez a los esquizofrénicos en su horror renovado: “escuché un clic” ahí empezó aquello que luego se ha llamado “las voces” o lo que el lenguaje clínico llama “el fenómeno elemental”. Ruidos “escuchados” en algunas ocasiones, en otras ruidos venidos de la memoria, recuerdos invasivos “me acuerdo de todo, todo me viene a la memoria, hasta los detalles más ínfimos”. En el campo de la neurosis escuchamos repetidas veces la queja por el stress producido por los ruidos, el ataque a un vecino ruidoso. En el campo de lo amoroso la pareja que “ya no me habla” pero que hace una serie de ruidos invasivos e insufribles. El temor del fóbico en la soledad de la casa a oír un ruido que sea el comienzo del pánico. Ruidos: profundidad del cuerpo, ataques, explosiones, envenenamientos. El psicoanálisis está lleno de toses, clic, recuerdos invasivos…
El doble especulativo y el cuerpo hipocondriaco, el pensamiento y el cuerpo, el vaho incorporal y las cosas. Recordamos al personaje de Thomas Mann en su novela “Los Buddenbrook” (1901), nos referimos al senador Thomas Buddenbrook verdadero amo de la familia y la ciudad, asediado por la vejez tiene un momento de iluminación que luego abandonará a pesar de su propósito de entregarse al estudio de la filosofía para así recuperar ese momento. ¿Qué le pasó a ese hombre asediado por el cuerpo y entregado a su corrección minuciosa?: “ Y hete aquí que , de repente, tuvo la sensación de que la oscuridad se abría ante sus ojos, como si el muro de terciopelo de la noche se desgarrase y le envolviese una visión de una insondable profundidad: una visión eterna de la luz… la vida no soy yo, eso no es más que un engaño, sólo ha sido un error del que la muerte dará cuenta…La muerte era una dicha, era el retorno de un camino errático de indecible sufrimiento, la corrección de una grave falta, la liberación de las más penosas cadenas y barreras; reparaba una más que lamentable desgracia. ¿Final y desaparición? ¡Tres veces digno de lástima era quien interpretase aquellos insignificantes conceptos como algo horrible! ¿Qué es lo que habría que finalizar y desaparecer? Aquel su cuerpo… Aquella su persona y su individualidad, aquel pesado, rebelde, defectuoso y odioso obstáculo para ser otra cosa, ¡otra y mejor! ¿No era cada persona un error y un paso en falso? ¿No ingresaba en una prisión llena de sufrimientos en el mismo momento de nacer? ¡Una cárcel! ¡Una cárcel! ¡Barreras y cadenas por todas partes! A través de los barrotes de su individualidad, el hombre mira los muros de circunstancias externas que le rodean hasta que llega la muerte y lo llama a regresar al hogar y ser libre… ¡Individualidad! ¡Ay!, lo que se es, lo que se tiene y de lo que se es capaz parece gris, pobre, insuficiente y aburrido; pero lo que no se es, no se tiene y de lo que no se es capaz…, eso es precisamente lo que uno contempla con una ávida envidia que se convierte en amor porque tiene miedo de que se convierte en odio. Yo llevo en mi interior la semilla, el germen, la posibilidad de todas las capacidades y actividades del mundo… ¡Organismo! ¡Ciega, desatinada y lamentable erupción de la imperiosa voluntad! ¡Mejor será, en verdad, que esa voluntad flote libre en la noche sin espacio y sin tiempo en lugar de languidecer en una mazmorra malamente iluminada por la temblorosa e inestable llamita del intelecto!... ¿Que dónde estaré, cuando esté muerto?... Estaré en todos aquellos que, desde el comienzo y hasta el fin de los tiempos, hayan dicho, digan y vayan a decir: YO; pero, sobre todo, en los que lo digan con más plenitud, fuerza y alegría… puro, cruel y valiente… Ése seré yo, pronto…, pronto… ¿He odiado la vida alguna vez, esta vida pura, cruel y fuerte?... Es sólo a mí mismo a quien he odiado por el hecho de no poder soportarla.

Nos interesa mucho esta cita porque por dos veces menciona “yo”, la primera en cursiva y minúscula, la segunda con letras mayúsculas y seguido de una cursiva propiamente nietzscheana:
1. “La vida no soy yo”. Salida del problema hipocondríaco que le consume desde hace años al senador.
2. “Estaré en todos aquellos… hayan dicho…: YO; pero sobre todo, en los que lo digan con más plenitud, fuerza y alegría.” Aquí tenemos la tirada de dados y el amor fati nietzscheano.

El punto uno lo llamamos con Deleuze contraefectuación, salida del cuerpo, de la actualización del pensamiento en el cuerpo: “la vida no soy yo”. El punto dos es la nueva efectuación afirmativa o acontecimiento: soy cualquiera (cualquier yo) que afirme con plenitud, fuerza y alegría. Esto solo se puede realizar en el pensamiento, aunque el que se realice solo en el pensamiento no quiere decir que no tenga efectos en el cuerpo, la gran salud. El instinto de muerte es un principio especulativo, pensamiento, tirada de dados, línea abstracta, maquínica del diagrama, única posibilidad de escapar de la profundidad de los cuerpos, de escapar del cliché, de la tontería.

El pensamiento

La línea abstracta es la imagen (espacio) de la maquínica del diagrama, del arrastre de la conjunción disyuntiva (o bien… o bien) que solo es posible por el pensamiento y en el pensamiento aunque como decimos tenga efectos curativos en los cuerpos (la gran salud de Nietzsche). La máxima de Heidegger “todavía no pensamos” se vuelve en este contexto máxima terrorífica que conduce a la enfermedad y la locura. Pensar, esa es nuestra tarea, eso es el diagrama, eso es el espacio de la línea abstracta, espacio del pensamiento. Tarea: liberar el doble que es el pensamiento. Se impone una nueva “psicopatología de la vida cotidiana”, una psicopatología del pensamiento, un nuevo acercamiento al inconsciente. Liberar el pensamiento, querer el pensamiento, creer en el pensamiento. “Un vaho amarillo” que hay que salvar, como decía Cezanne “está a punto de desaparecer”, hay que pintarlo, escribirlo, describirlo, buscar el adjetivo óptico, el momento inmaculado, el momento anterior a la efectuación en los cuerpos. Pensar, pensar, atrapar la quiebra que es el pensamiento, convertir el desastre en un punto, el desastre de la profundidad de los cuerpos en un color, una línea, un motivo musical. Descubrir un brillo, una tensión, un cambio ligero que aún no ha pasado, que aún no es, una mirada que aún no dice nada, que aún no es nada, una mirada imposible que vaga sin un yo y un tú, una mirada inacabada, una frase rota, una luz que aún no se refleja en ningún cuerpo, algo que todavía no es las cosas, un fragmento del lenguaje, una pasión que vaga sin pertenecer a nada ni a nadie. Una atmósfera, un amor atmosférico, una pasión atmosférica, un viento pero que es “este viento”, cualquiera pero este. Incapacitados para la acción (de los cuerpos) empezar a ver, visionarios, empezar a ver aquello que ya no soportamos, aquello que se separa de los cuerpos, el timbre de una voz, una coloración musical en un rostro. Cuando incapaces ya no soportamos más la situación, los cuerpos, los clichés, las mentiras, los abusos y la impostura del amo. Cuando ya no soportamos más a los que nos quieren, a los que queremos, cuando ya es imposible seguir en ninguna dirección entonces aparece la quiebra, un ligero sonrojarse, un temblequeo, un tartamudeo, una equivocación, psicopatología de la vida cotidiana, y ese día soñamos o estamos distraídos, algo ha pasado, algo nos libera; cuando la catástrofe es inminente no hay que preocuparse, ya sabemos que”el desastre cuida de todo” (Blanchot). Dejar de ser yo (amo), dejar de decir tonterías (clichés) y dejar de oír tonterías, encontrar la palabra del nuevo espacio (hacceidad): “luego era esto” (Snark). Pero sobre todo no ceder, no volver a escuchar no volver a ser yo (“eso a mí no me puede pasar”). Se trata de ingresar en lo atmosférico, de encontrar la línea de luz, la grieta que es el pensamiento. Ese dolor, ese tartamudeo, ese enrojecimiento, ese no poder más es lo que nos cura, lo que nos permite ingresar en el pensamiento, liberar el doble. Alguien a quien mientras el otro lo regaña, lo tortura, lo retuerce, se lo quiere comer, alguien a quien le pasa eso mira las baldosas del suelo y descubre su color… rápido… a pintarlo, a escribir, descripción, rápido… has encontrado la salida, se trata únicamente de dar un salto. Primero un paso atrás y luego un salto. Primero lo imposible de vivir, la incapacidad para la acción, el paso atrás, “ya no puedo más”; luego un salto, la visión del color y el descubrimiento de que ese color pertenece a un espacio que ya no es el mundo del yo sino el espacio del pensamiento, se ha liberado al doble. Ya no me siento aterrado, ahora puedo crear, creer, ahora es el momento de hablar de “este” color que no es ningún otro. “Este”, emergencia del doble, “luego era esto”, acontecimiento. Ya no es “yo” y “mi problema “, no, ahora se trata de “un vaho amarillo inquietante”. La luz, la eternidad, el pensamiento en persona.

Tal vez resulte extraño para algunos el que siendo nuestra intención devolver su dinamismo al concepto de sinthome en Lacan empezemos por un texto de Freud como es “La psicopatología de la vida cotidiana” , pero para nosotros ambos textos están en una relación mutua, vibran , se complementan.


Vida cotidiana del doble, psicopatología del pensamiento.

Empezamos pues por la vida cotidiana del doble, por la extrañeza sentida en el atardecer, el viento, los momentos en que no soy yo. Todo esto está obviado en el texto freudiano, ya desde el exergo muestra su interés por lo que ocurre en la efectuación de los acontecimientos y no en su contraefectuación. Su interés radica en el accidente y no en el momento inmaculado. Se requiere una nueva escritura de la psicopatología de la vida cotidiana. Si, el aire está lleno de piezas de cacería pero Freud busca solo la manera de huir, de salir del Acontecimiento y quedar empantanado en la efectuación de la neurosis. Nosotros proponemos otra lectura de sus ejemplos. Tanto en el caso Signorelli como en el caso aliquis podemos decir que Freud, en su análisis de los olvidos, se encuentra de frente con el pensamiento en persona, Herr o aliquis, son el pensamiento, ya Freud atisba que se trata de la muerte o la sexualidad, pero le interesa su realización neurótica. Sin embargo nos encontramos con sujetos que quieren olvidar, y Freud impresionado por estos olvidos busca siempre la ruta que devuelve al sujeto al nombre olvidado cuando el olvido había abierto la via a otro espacio en donde no importa la identidad del nombre propio sino que se trata de aliquis (alguien) o bien del Señor (Herr). El sujeto busca la vida para desprenderse de la identidad del nombre propio y encontrar su doble en el espacio del pensamiento. En definitiva busca pensar, saliendose de los accidentes de la carne, de la muerte y la sexualidad accidental, busca salir de la efectuación para ir a la realidad del pensamiento, del doble especulativo. Sin embargo Freud insiste en volver al accidente y a los pequeños problemas de los burgueses de la época, que si este está enamorado de una mujer más joven o mayor que él, que si no es rica, que si no le quiere, todo esto en un mundo de vacaciones-balneario para enfermos nerviosos.Y deja pasar la "cacería" que el alma busca con ansiedad, el balneario del pensamiento. Ante el olvido de un nombre propio rescata Freud todos los nombres del santoral, San Genaro, San Agustín... los nombres de Dios.

Veamos algunos ejemplos de la literatura:


El doble (mineral) del amor. El pensamiento.

...excitando hasta el paroxismo su sentido mitológico, se rodeaba de piedras, de escombros;le hubiese gustado tener todos los desperdicios y basuras del mundo para sepultarse en ellos. Se centraba en medio de la materia, de la ceniza, de los guijarros, y poco a poco se convertía en estatua de sí mismo... Adam parecía el único que podía morir así, cuando quería, con una muerte propia, escondida; el único ser vivo del mundo que se iba apagando insensiblemente, no en la decadencia y la podredumbre de las carnes, sino en la congelación mineral. Duro como un diamante... encerrado en su voluntad de pureza, sin ninguna de esas debilidades propias de los bancos de bacalaos que conservan siempre en su frigorificación colectiva la gotita húmeda que destella en la coyuntura de las aletas, o la veladura en los ojos, indicios de una muerte dolorosa... Ya había llegado a lo vegetal... A los musgos, a los líquenes. Era muy cerca de las bacterias y los fósiles...Se levantaba, cogía a Michèle por el hombro y por la cintura; la apoyaba en el suelo y le quitaba la ropa. Luego la poseía con la mente concentrada en otro sitio, por ejemplo en el cuerpo plomizo del tiburón que debía de andar describiendo por el mundo círculos cada vez más grandes...Adam iba corriendo ahora por medio de un panorama de hierro, no muerto, sino que vivía profundamente en adivinanza, con una animación cerrada que debía de traducirse en corrientes o burbujas, a cien metros bajo tierra; la corteza barnizada del mundo, parecía un caballero dormido en su armadura, inmóvil, pero poseído de una vida en potencia, que hace que el reflejo glacial quiera decir sangre, voluntad, arterias o cerebro. Bajo el suelo negro se incubaba un fuego sin humo, un fuego eléctrico. Y de aquél fuego tomaba la corteza de la tierra la potencia entera, hasta el punto de que parecía que aquellas rocas, que aquellos mares, que aquellos árboles y aquellos aires ardían aún más fuerte, eran las llamas de una naturaleza petrificada... Permaneció de pie sobre sus piernas, prominente como un faro, contemplando su propia inteligencia en el universo, cuyo centro estaba seguro ahora de ocupar eternamente, sin tregua... echó a andar como si hiciese frente a una deflagración inmensa...
(De "El atestado" J. M. G. Le Clézio)


El doble (animal) del amor. La jaula.

Adam se detuvo ante la jaula de una leona; a través de los barrotes, observó largamente aquél cuerpo flexible, lleno de músculos precisos, y pensó que la leona hubiese podido ser una mujer, una mujer elástica, vaciada en caucho, y el olor acre hubiese podido ser el de una boca acostumbrada a los tabacos rubios, con una pizca de carmín, y los dientes oliendo a pastillas de menta, y todos esos leves inexpresables hechos de sombras, de pelusillas y de grietas que dejan su halo en redondo alrededor de los labios...
Pasó una anciana por delante de la jaula con una criatura, una niña, de la mano; pasó y, mientras avanzaba, a contraluz, haciendo parpadear su sombra de barrotes, la leona alzó la cabeza. Hubo dos relámpagos inversos; la flecha negra, grávida de experiencia humana, golpeó en alguna parte por encima de la arena el extraño acero verdeante de la leona, y durante un instante pareció que el cuerpo blanco, casi desnudo de la anciana se acoplaba con la ropa del animal salvaje, ambas se tambalearon, despuès registraron un movimiento de vaivén en el talle, como si, en el seno de aquella bárbara comprensión, estuviesen efectuando un paso de danza erótica. Pero se separaron por fin, en el espacio de un segundo, y sus dos trayectorias se desprendieron, no dejando en los aledaños de la jaula más que una placa blanca, inmaculada, como un charco al sol, una especie de cadáver peculiar, un fantasma en el que el viento, al soplar, hizo removerse briznas de madera muerta y hojas.

(De "El atestado" J.M.G. Le Clézio.)


El doble de la noche. (Djuna Barnes)

Yo puse la mano en la pobre desgraciada vaca, y su flanco chorreaba como las cascadas de Lahore, presionando contra mi mano como si tomara impulso para marcharse, pero no se movía del sitio; y yo pensé que hay direcciones y velocidades que nadie ha calculado, porque, creánlo o no, aquella vaca había ido a algún sitio muy deprisa, un sitio que nosotros no conocemos, aún cuando siguiera allí.

(El bosque de la noche. Djuna Barnes.)


Cabalgando sobre el doble: la visión.

(Reflejos en un ojo dorado. C. McCullers)
- Estoy perdido.
Y en aquél momento en que daba su vida por perdida, el capitán empezó a vivir inesperadamente. Una alegría inmensa y loca surgió a través de él. Nunca había sentido una emoción como aquélla, tan repentina como el súbito arranque del caballo ladera abajo. Tenía los ojos vidriosos y medio cerrados, como en un delirio, pero veía las cosas como no las había visto nunca hasta entonces. El mundo era un calidoscopio, y cada una de las múltiples visiones que se le ofrecían se grababan en su mente con una viveza ardiente. En el suelo, medio enterrada entre las hojas, había una florecilla, de un blanco sorprendente y de hermosa forma. Una piña en una rama, el vuelo de un pájaro en el cielo azul, un vivo rayo de sol sobre el oscuro verdor de los árboles... todo lo veía como por primera vez. Notaba la pureza del aire y sentía la maravilla de su propio cuerpo tenso, de su corazón palpitante, sentía el milagro de la sangre, los músculos, los nervios, el hueso.



Definición de la diferencia: El doble.


Tratamos de pensar el psicoanálisis desde la abstracción, aquello que el arte logró hacer "ver" y que la filosofía conceptualizó como la Diferencia. La exposición del tema del doble puede ser realizada desde el punto de vista de la literatura o del psicoanálisis, o más bien descubriremos que ambas están imbricadas.
¿Qué es la Diferencia (línea abstracta)?. Deleuze da la definición más precisa, definición que nos coloca de golpe en el doble:
(pag. 61 Diferencia y repetición. Amorrortu)
"Pero, en lugar de una cosa que se distingue de otra, imaginemos algo que se distingue -y que, sin embargo, aquello de lo cual se distingue no se distingue de él-. El relámpago, por ejemplo, se distingue del cielo negro, pero debe arrastrarlo consigo, como si se distinguiese de lo que no se distingue. Se diría que el fondo sube a la superficie, sin dejar de ser fondo."


Pero veamos otro ejemplo de la literatura que ejemplifica la definición de Deleuze, se trata de Carson McCullers y su  novela "Reflejos en un ojo dorado":

          El doble del amor. El cuartel

Se hallaba en un estado de constante agitación reprimida. Su preocupación por el soldado llegó a convertirse en una especie de enfermedad. Así como en un cáncer se rebelan las células y comienzan su insidiosa multiplicación hasta que llegan a destruir los tejidos, del mismo modo su obsesión por el soldado crecía en su mente más allá de toda proporción. Algunas veces, en su desesperación, se ponía a hacer una especie de balance de las situaciones que le habían llevado a aquel estado: en primer lugar, la taza de café derramada sobre unos pantalones nuevos; a continuación, la tala del bosque, la escena después de que Firebird se desbocara, y los breves encuentros en las calles del campamento. El capitán no podía explicarse lógicamente cómo se había trasformado su fastidio en aversión y su odio en aquella obsesión enfermiza.


Se apoderaban de él extraños ensueños. Siempre había sido ambicioso, y se había acostumbrado a imaginarse sus éxitos y ascensos de antemano. Así, cuando no era más que un joven cadete de West-Point, el nombre y el título de "Coronel Weldon Penderton" tenía para él un sonido agradablemente familiar. Y durante el último verano había llegado a verse en su imaginación convertido en un brillante y poderoso general jefe de la región. Pero durante las últimas semanas, sus ensoñaciones habían cambiado de un modo extraño. Una noche (o más bien una madrugada) se encontraba en su despacho rendido de fatiga. Y, de pronto, en el silencio de la estancia, sus labios dejaron escapar tres palabras: soldado Weldon Penderton. Y aquellas palabras, con las asociaciones que sugerían, llenaron al capitán de un sentimiento perverso de alivio y satisfacción. En lugar de soñar con honores y altos cargos, experimentaba ahora un placer refinado al imaginarse a sí mismo como un soldado raso. Durante aquellas fantasías de su imaginación, se veía convertido en un muchacho, casi un hermano gemelo del soldado a quien odiaba, con un cuerpo joven y ágil, cuya arrogancia no conseguía ocultar el uniforme barato de la tropa; se veía con el cabello espeso y brillante, con los ojos redondos y limpios, sin cercos ni sombras producidos por la tensión y el estudio. La imagen del soldado Williams se insinuaba a través de aquellos ensueños del capitán. Y como escenario aparecían en su imaginación los cuarteles: el clamor de la voces jóvenes y viriles, los deliciosos ocios al sol, las bromas y la camaradería.


Hasta la casa misma irritaba en aquellos días al capitán. Estaba amueblada sin gracia ni estilo; el cuarto de estar tenía el consabido sofá tapizado de chinz floreado, un par de mecedoras, una alfombra de un rojo chillón y un escritorio antiguo. Aquel cuarto daba una impresión de suciedad y desorden que sacaba de quicio al capitán. Las cortinas de encaje barato estaban bastante renegridas, y sobre la repisa de la chimenea se amontonaban una serie de adornos y chucherías. Con secreta y profunda nostalgia pensaba en los cuarteles, y trataba de representarse las filas ordenadas de los camastros, los suelos despejados, los ventanales sin cortinas.


Durante sus largos paseos al anochecer, el capitán había llegado a un estado de sensibilidad aguda que rayaba en el delirio. Se sentía desarraigado, aislado de toda humana influencia, y llevaba consigo la imagen obsesionante del soldado como podría llevar un mago algún precioso talismán apretado contra su pecho. Estaba pasando por un periodo de vulnerabilidad extraña: aunque se sentía aislado de las demás personas, las cosas que veía durante sus paseos cobraban a sus ojos una importancia desmesurada. Todo parecía tener un significado especial para él, una influencia misteriosa en su destino, hasta los objetos más vulgares. Si veía, por ejemplo, un gorrión sobre un alero, se quedaba contemplándolo minutos enteros, absorto. Estaba perdiendo esa facultad elemental de clasificar instintivamente las diversas impresiones sensoriales de acuerdo a sus valores relativos. Una tarde presenció el choque de un camión contra un auto de turismo; pero aquel accidente, con todas sus consecuencias sangrientas, no le impresionó más que el espectáculo de una hoja de periódico que vio unos minutos más tarde revoloteando en el viento.

(Reflejos en un ojo dorado de Carson McCullers)



Entre el relámpago y la noche se abre un espacio (trascendental) que es el del pensamiento (experimentación) cuya maquínica es el diagrama (síntesis disyuntiva). El diagrama es el dinamismo de la línea abstracta.

La diferencia hace signo

La primera aplicación de la definición de la diferencia la podemos aplicar a la percepción. Ya no se trata de la cosa o del objeto que pertenecen al campo de la representación sino del signo. "Existe siempre la violencia de un signo que nos fuerza a buscar, que nos quita la paz..." (Deleuze. Proust y los signos) .En definitiva que nos fuerza a pensar que hace violencia sobre el pensamiento. ¿Qué es un signo? "Aquello que remite a una cosa distinta de ella misma " (Deleuze. Una filosofía del acontecimiento. Zourabichvili)  El signo es signo de la fuerza que se apodera de la cosa y por tanto relación de fuerzas puesto que una fuerza siempre está en relación a otra. "Lo que escapa a la representación es el signo. El mundo exterior se vuelve interesante cuando se hace signo" (Zouravichvili). El signo es la guía del pensamiento.

Por tanto tenemos que ya no nos interesan las cosas o los objetos sino la relación entre. Siempre lo ha remarcado Deleuze: nos interesa la relación y no los términos. Su manera de escribirlo es dy/dx en donde dy no es nada en relación a y  a la vez que dx no es nada en relación a x. La forma lógica de decirlo va a ser "la síntesis disyuntiva": o bien... o bien... Un ejemplo de síntesis disyuntiva sería: o bien frío o bien miedo, en donde las dos series se relacionan en su diferencia por medio del signo (tiritar). También podríamos decir: qué miedo qué ganas.  A partir de ahora "hacer la diferencia" es pensar. Y cuando se habla de afirmar de lo que se trata es de trazar la diferencia, la heterogeneidad (frío-miedo), producir una escisión, una grieta que tiene la característica de ser genética, productiva, dinámica. Pero también es lo intolerable.

La diferencia es el problema

Al igual que hemos visto en el apartado anterior que ya no se trata de la cosa o el objeto de la representación para la percepción tampoco ahora se va a tratar de la verdad como algo preexistente para el conocimiento. No, cuando se aplica la diferencia al conocimiento la verdad deja de ser el asunto y de lo que se trata es del problema. Pero no es el problema que tiene la solución prefigurada sino la dinámica de la diferencia, el problema abre a nuevos problemas, es la grieta del pensamiento. Las soluciones no van a ser más que efectuaciones, soluciones parciales. El problema es la dinámica de las síntesis disyuntivas, va de la diferencia a la diferencia, se vuelve genético, creativo.

La diferencia habla en lengua extranjera (dentro de la propia lengua)

También el lenguaje va a sufrir el choque con la diferencia al igual que la percepción y el conocimiento como hemos visto en los dos párrafos anteriores. Ahora se trata de hablar en otra lengua dentro de la propia. Es una experimentación, se ha violentado al lenguaje y la síntesis disyuntiva hace que la lengua se vuelva creativa (billar-pillar). El lenguaje enloquece y se pone a crear. Al igual que los novelistas se ponen a escribir en lenguas que no conocen bien o al menos que no sea su lengua materna para así "romper" el lenguaje, volverlo creativo, hacerlo dudar, trastavillar, tartamudear... en definitiva hacerlo entrar en la diferencia.

La diferencia es el tiempo. El sentimiento de la vida.

¿Cómo es posible que el presente pase? ¿Cómo es posible que haya distintos presentes? Aquí Deleuze siguiendo a Bergson nos dice que al igual que hay un tiempo del presente (Cronos) también hay un tiempo del pasado, un pasado que nunca ha sido presente. Está aplicando la diferencia al tiempo. Tiempos diferentes, la síntesis disyuntiva aplicada al tiempo. Ahora ya no se trata de la "sensación de la vida" (sensación de ser los mismos tanto aquél niño de la infancia como el adulto de ahora) que decía Lacan que no poseían los psicóticos. Para Deleuze se trata de romper esta "sensación de la vida" que pertenece al yo o a la representación para descubrir que hay diferentes pasados que se enfocan en el pasado en general o pasado puro. En definitiva, que vivimos vidas heterogéneas y que a veces estamos en una y otras veces en otra (el Einstein que suspende las matemáticas o el que crea la teoría de la relatividad, ¿cual soy?). De ahí que cuando se pasa de un pasado a otro la pregunta que surge es "¿Qué ha pasado?".

La diferencia en la imagen: el visionario.

Cuando algo nos incapacita para la acción la visión entra al campo de la diferencia, nos volvemos visionarios. El taxista en la película "Taxi drive". Entonces podemos ser sensibles a los signos de la diferencia. Todo el cine del neorrealismo italiano está lleno de estos ejemplos. Comenzamos a tener imágenes del tiempo o como lo llama Deleuze "imágenes tiempo". Se nos aparecen todos los dobles, los signos, los tiempos, entramos en el mundo de la diferencia.

La quiebra: el futuro.

"¿Qué ha pasado?" Entre dos pasados (heterogenidad frente a "la sensación de la vida") hay una grieta, la Diferencia, que es lo se entiende por futuro cuando el tiempo está pensado desde la diferencia. Es la jugada de dados nietzscheana, la captura del exergo de Freud en la "Psicopatologia de la vida cotidiana". Entre dos pasados hay una quiebra: LA LINEA ABSTRACTA. "¿Por qué hemos perdido la paz, el amor, la salud, una cosa tras otra? Había una grieta silenciosa, imperceptible, en la superficie, único Acontecimiento de superfecie suspendido sobre sí mismo..." La línea abstracta (pasado) se opone a la "sensación de la vida" (presente), establecen ambas una lucha terrorífica, el cuerpo (presente) lucha contra la línea abstracta pero si gana el cuerpo entonces el tiempo presente profundiza la quiebra. Cronos (presente) solo quiere morir.

Aion, Cronos y el Eterno Retorno: las tres dimensiones del tiempo.

Para Lacan hay tres dimensiones del lenguaje (dit-mensión, las tres mansiones del dicho) que corresponden a lo real, lo imaginario y lo simbólico. En el caso de Deleuze, pensar desde la diferencia nos presenta tres dimensiones del tiempo: Aion (pasado, los distintos pasados sin la "sensación de la vida", Cronos  (presente que solo quiere morir) y el Eterno Retorno (la jugada de dados en donde siempre se gana) .  Son las dimensiones de la diferencia. El mejor relato literario al respecto del tiempo:


Un rayo de terror: la línea abstracta.


       El silencio de la habitación era profundo como la propia noche. Biff estaba paralizado, sumido en sus meditaciones. Entonces, de repente, sintió como un intenso estímulo en su interior. El corazón le dio un vuelco, y apoyó la espalda contra el mostrador para sostenerse. Porque en un fugaz resplandor captó una vislumbre del esfuerzo  del valor humanos. Del interminable y fluido paso de la humanidad a través del tiempo infinito. De aquellos que trabajan y de aquellos que -tan sólo una palabra- aman. Su alma se expandió. Pero sólo por un momento. Porque en su interior sintió una advertencia, un rayo de terror. Se hallaba suspendido entre los dos mundos. Vio que estaba mirando su propia cara reflejada en el cristal del mostrador. El sudor le perlaba las sienes y tenía la cara torcida. Tenía un ojo más abierto que el otro. El izquierdo entrecerrado, escrutaba el pasado en tanto que la mirada más amplia del derecho se dirgía, asustada, al futuro de negrura, error y ruina. Y él se encontraba suspendido entre el resplandor y la oscuridad. Entre la amarga ironía y la fe. Se dio la vuelta bruscamente.

Carson McCullers. El corazón es un cazador solitario.