Capitulo 3º : La catástrofe glacial (la escritura).



Catástrofe glacial



El instinto de muerte, un principio "transcendental"

Comenzamos con un texto de Deleuze fundamental: "En Más allá del principio de placer, Freud distingue entre pulsiones de vida y pulsiones de muerte, Eros y Tánatos. Pero esta distinción sólo puede ser comprendida en virtud de otra más profunda: la que existe entre las pulsiones de muerte o de destrucción y el instinto de muerte. Porque las pulsiones de muerte y de destrucción son dadas o presentadas sin duda en lo inconsciente, pero entreveradas siempre con pulsiones de vida. La combinación con Eros es algo así como la condición para la "presentación" de Tánatos. A tal punto que la destrucción, lo negativo en la destrucción, se presenta necesariamente como el reverso de una construcción o de una unificación sometidas al principio de placer... Cuando hablamos de instinto de muerte, en cambio, señalamos a Tánatos en estado puro... no puede ser dado en la vida psíquica... es silencioso... todo depende de él, especulativo... Para designarlo, debemos conservar el término instinto, único capaz de sugerir semejante transcendencia o de designar semejante principio "transcendental"."

El encuentro con la pulsión de muerte es del orden de la violencia, de lo forzado, ser afectado.La pulsión de muerte sería siempre problema, disyunción.




Por ejemplo, tendríamos una nueva definición de la angustia en lo que Deleuze denomina: necedad del pensamiento, dice: "encontrar no es reconocer: es la dura prueba de lo no reconocible, el fracaso del mecanismo de reconocimiento". Cuando habla del signo, habla también de lo no reconocible, de la no relación que es preciso que sea relación.


La pregunta sería ¿cuál es el signo del masoquismo?: lo no reconocible, el frio, ya que su sentido (es decir) el reverso del signo sería el contrato: cuerpo frio, "cuerpo intenso o sin órganos". El contrato es un campo de fuerzas, donde se produce el sentido: lo trascendental.


Nos encontramos en primer lugar con la violencia ejercida sobre el compuesto de significaciones del concepto psicoanalítico ya preestablecido del sadomasoquismo (homogeneidad). El pensamiento se vuelve activo, se vuelve problema. Se abre el campo trascendental, puntos de vista heterogeneos, ya no hay reconocimiento alguno, sino angustia del pensamiento. No hay ego, sino puras diferencias que no pueden ser identificadas con una conciencia. Surge un signo que rehusa de la identificación, deniega, engendra una problemática, se aparta de la castración: el frío.




Vorstellungsrepräsentanz (arquitectura del instinto de muerte como principio transcendental).


1.Desde Freud. El  Vorstellungsrepräsentanz es lo que representa a la pulsión en el terreno de la representación. Freud ,en su trabajo de 1915, considera los representantes representativos, no sólo como los «contenidos» del Ics, sino como constitutivos de éste o sea ya no se trata de la materia/contenido sino de la forma/función. En un solo y mismo acto (la represión originaria) la pulsión se fija a un representante y se constituye el inconsciente: «Tenemos [...] razones para admitir una represión originaria, una primera fase de la represión consistente en que el representante psíquico (representativo) de la pulsión ve rehusado el acceso a la conciencia. Con ello se produce una fijación; el representante correspondiente perdura, a partir de este momento, de forma inalterable, y la pulsión queda ligada a él».  La representación es lo que representa a la pulsión y no lo que sería a su vez representado por otra cosa.


2. Desde Kant. Ahora vayamos a la Crítica de la Razón Pura de Kant. En la sección primera de la Analítica transcendental: "Del uso lógico del entendimiento en general" dice:


Fuera de la intuición no hay otro modo de conocer, sino por conceptos...Los conceptos descansan en funciones. Mas por función entiendo la unidad de la acción que consiste en ordenar diversas representaciones bajo una común... un concepto no se refiere nunca inmediatamente a un objeto, sino a alguna otra representación del mismo... El juicio pues es el conocimiento mediato de un objeto; por lo tanto, la representación de una representación del mismo. En cada juicio hay un concepto que vale para muchos y entre esta multitud comprende también una representación dada, que se refiere entonces inmediatamente al objeto... Pensar es conocer por conceptos. Los conceptos empero, se refieren, como predicados de posibles juicios, a alguna representación de un objeto aún indeterminado.


3. Desde Deleuze. En tercer lugar podemos hablar de la segunda síntesis del tiempo en la obra de Deleuze en donde el progreso se realiza de la memoria a lo inmemorial por medio del trabajo del doble.

4. Desde Sacher-Masoch. Con estas tres citas anteriores tenemos la arquitectura del instinto de muerte como principio transcendental. El representante de una representación tratado como el doble en la síntesis del tiempo. O sea el Vorstellungsrepräsentanz como el doble de la pulsión siempre que pensemos la pulsión en función del tiempo (el momento para comprender de Lacan o el trabajo del doble y lo inmemorial en Deleuze) Aunque por ahora nos interesa ver cómo es esto en Kant. De cualquier forma no olvidemos que este Vorstellungsrepräsentanz no es otra cosa que el frío de la desexualización, lo cruel.


Pues bien, habíamos dicho que en la CRP Kant decía que el juicio  es el conocimiento mediato de un objeto; por lo tanto, la representación de una representación del mismo y que en cada juicio hay un concepto que vale para muchos. Ahora bien, este sistema del juicio está aplicado a la analítica y por tanto a la lógica general. O sea el juicio transforma en conceptos representaciones dadas. ¿Pero de dónde salen estas representaciones?. Aquí entra a jugar  un nuevo elemento: la síntesis transcendental. La lógica transcendental tiene antes sí un múltiple de la sensibilidad a priori, que la estética transcendental le ofrece, para dar a los conceptos puros del entendimiento una materia, sin la cual quedaría esa lógica sin contenido alguno. La espontaneidad de nuestro pensar exige que ese múltiple sea primero recorrido, recogido y reunido para hacer de él un conocimiento. A esta acción llamamos síntesis. La síntesis en general es el mero efecto de la imaginación, función ciega...


Tenemos que tener presente que la analítica lo que hacía era diferentes representaciones quedaban reducidas bajo un  mismo concepto. Pero reducir a conceptos no las representaciones, sino la pura síntesis de las representaciones es lo que enseña la lógica transcendental. Y aquí es donde Kant se aproxima de nuevo a nuestra cuestión cuando dice: La misma función que da unidad a las diferentes representaciones en un juicio ( que habíamos visto que su mecánica era la representación de la representación), da también unidad a la mera síntesis de diferentes representaciones en una intuición y esa unidad se llama el concepto puro del entendimiento. Aún no hemos llegado a donde nos interesa pero ya tenemos un segundo paso que nos permite pensar el tema del doble como esa representación de la representación pero ahora no como analítica del juicio sino como síntesis transcendental. El primero era el del juicio y ahora el de la síntesis apoyada en la intuición.


...la representación de la representación...
(el doble generando la línea abstracta)



El corazón de la Crítica de la razón pura se encuentra en el parágrafo 25 al que acompaña una nota a pie de página igualmente importante, vamos a reproducir ambos textos completos:





- § 25 -
En cambio, en la síntesis transcendental de lo múltiple de las representaciones en general, por tanto en la unidad sintética originaria de la apercepción, tengo conciencia de mí mismo, no como me aparezco ni tampoco cómo soy en mí mismo, sino solamente de que soy. Esa representación es un pensamiento, no una intuición). Ahora bien, como para el conocimiento de nosotros mismos se exige -además de la acción del pensar, que reduce a la unidad de la apercepción lo múltiple de toda intuición posible- una determinada especie de intuición, por la cual es dado ese múltiple, así resulta que mi propio ser no es ciertamente fenómeno (y mucho menos mera ilusión), pero la determinación de mi existencia72 sólo puede ocurrir según la forma del sentido interno, en el modo particular como lo múltiple, que yo enlazo, es dado en la intuición interna; según esto pues, no tengo conocimiento, alguno de mí mismo, tal como soy, sino sólo tal como me aparezco a mí mismo. Tener de sí mismo conciencia no es pues, ni con mucho, un conocimiento de sí mismo, prescindiendo de todas las categorías que constituyen el pensar de un objeto en general por enlace de lo múltiple en un apercepción. Así como para el conocimiento de un objeto distinto de mí, necesito, además del pensamiento de un objeto en general (en la categoría), una intuición, por la cual determino aquél concepto general, de igual modo necesito también para el conocimiento de mí mismo, además de la conciencia o además de pensarme, una intuición de lo múltiple en mí, por la cual determino aquel pensamiento; y yo existo como inteligencia, que tiene conciencia tan sólo de su facultad de enlazar, pero que, sometida, con respecto a lo múltiple que debe enlazar, a una condición restrictiva llamada sentido interno, no puede hacer intuible aquel enlace sino según relaciones de tiempo, las cuales están fuera de los conceptos propiamente dichos del entendimiento, y no puede por tanto conocerse más que como se aparece a sí misma, con referencia a una intuición (que no puede ser intelectual y dada por el mismo entendimiento), y no como se conocería, si su intuición fuera intelectual.
Nota a pie de página (Crítica de la razón pura. Kant).
Nota 72. El «yo pienso» expresa el acto de determinar mi existencia. La existencia está pues dada en él pero no por eso está dado el modo como yo deba determinarla, es decir poner en mí lo múltiple perteneciente a ella. Para esto hace falta intuición de mí mismo, que tiene a su base una forma dada a priori, es decir, el tiempo, que es sensible y pertenece a la receptividad de lo determinable. Mas como no tengo otra intuición de mí mismo que me dé lo determinante en mí -de cuya espontaneidad tan sólo tengo conciencia- antes del acto de determinar, como el tiempo da lo determinable, por eso no puedo determinar mi existencia como la de un ser activo por sí mismo, sino que me represento sólo la espontaneidad de mi pensar, es decir del determinar, y mi existencia permanece siempre sensible, es decir determinable como existencia de un fenómeno. Sin embargo, esa espontaneidad hace que me denomine inteligencia.





"Yo pienso"
Ahora es el momento de recordar lo dicho por Joë Bousquet (Blog Diagrama):

El sueño es más real que la vida despierta porque allí el objeto ya nunca es omisible... resume acontecimientos que, sin el objeto, no existirían. El acontecimiento y el objeto son allí rigurosamente intercambiables... también las palabras y las frases se vuelven objetos...


El objeto ya nunca es omisible, ahí es a donde tenemos que llegar porque ahí es el lugar en donde es posible el pensamiento, cuando el objeto ya nunca es omisible. No se trata del objeto (X) de la experiencia ni tampoco del objeto (X) de la intuición sino del objeto (X) no omisible de la imaginación. Vuelvo a colocar algunas expresiones de Busquet que hemos tratado anteriormente en el blog-Diagrama.


Busquet:
"Mi herida existía antes que yo; he nacido para encarnarla"
La materia real es todavía invisible. Es preciso que tu alma se mezcle con ella para mostrártela. Del mismo modo el tiempo y el espacio son la obra del hombre, o más bien serán su obra... lo que hay que salvar no es a uno mismo, es la tierra, el guijarro, la ceniza. Tu deber es operar la salvación del espacio y del tiempo.


Tengamos el coraje de reconocerlo. El hombre solo existe fuera de sí mismo...somos el ser en estado de caída, el ser en el exilio, tan alejados de la vida como el frío mortal a quien sin embargo corresponde el privilegio de purificar la atmósfera y de dar coherencia y solidez a una masa de agua. He comprendido. Quiero recoger mi nada a la sombra de una realidad digna de la luz y forjar con mis manos un objeto que borre mi rastro.


Grillet:


La persona humana desaparece en provecho de una creación problemática que es la única que debe ser. Pero, por torpe vanidad, el hombre pretende primero "ser", y es eso lo que hace justamente su nada.


El objeto no omisible nos da una pista segura del objeto (X) de la imaginación kantiano: ese objeto es la herida (que estaba esperándome desde siempre), el frío mortal que purifica la atmósfera y da coherencia y solidez a la realidad. Desexualizar consiste en la construcción de ese objeto-grieta, objeto-herida al que podemos acceder por medio del trabajo del doble, construir el objeto-frío, objeto-noche. Grillet especifica que la persona humana desaparece en provecho de esa creación del objeto no omisible. Creación que es la única que debe ser , tema que ya hemos visto en el escritor Handke. Se trataría de acogerse en una realidad digna de la luz, forjar un objeto que nos está esperando desde siempre y hacerlo omisible. ¿No está ahí desde siempre? ¿Por qué tengo que forjarlo?. Si, pero " la materia real es todavía invisible. Es preciso que tu alma se mezcle con ella para mostrártela". ¿Cómo se mezcla mi alma?: hacerse digno de la luz; no olvidemos que la materia es invisible.


Una realidad digna de la luz

...la materia es invisible...
La Diferencia nos espera desde siempre.

Tal vez el negocio de Kant era la cosa en sí, el negocio de Freud la representación inconciliable, el de Lacan el significante impar, el de Deleuze las imágenes-tiempo; nuestro negocio el frío-luz del objeto no omisible.
 En realidad de lo que se trata es de instalarse en la grieta de la Diferencia (línea abstracta) y eso supone una construcción con el frío de la desexualización. El instinto de muerte, la Diferencia, la línea abstracta son tres formas de nombrar la misma cuestión. Y la desexualización, el frío, es la forma de construir la línea abstracta o sea de dar cuerpo a la materia invisible, de realizar aquello que nos espera desde siempre (la herida, la grieta).
 La Diferencia nos espera desde siempre y en concreto está esperando nuestra desexualización para ser dignos de la luz (dignos de encarnar la Diferencia). Esto nos plantea de nuevo la pregunta por la desexualización, no tanto en  cómo se realiza como qué es.
Anteriormente hemos dicho que "La pulsión de muerte sería siempre problema, disyunción". Y esto lo teníamos referido a la temática del encuentro. En definitiva el encuentro es la realización del doble que es el punto último del problema de la diferencia.


El frío: el encuentro. El encuentro es el encuentro con un doble (la diferencia diferenciandose). El extrañamiento. Decía Bousquet: El hombre solo existe fuera de sí mismo. Buscamos en Kant el tema del representante que se relaciona con el representante y en Freud buscamos el representante de la representación, en Deleuze la diferencia de la diferencia, son todas formas de presentar el tema del doble, de pensarlo. Incluso podemos decir que el tema de la pulsión en Freud, esas pulsiones que entraban en conflicto no es más que la manera de pensar el doble en el alma. En el capítulo anterior transcribimos algunos ejemplos de la literatura pero tal vez todavía no hemos logrado expresar el tema como le corresponde por su importancia.


En la vida cotidiana nos encontramos frecuentemente con los dobles, potencia de lo falso, solo tiene que ocurrir un tropiezo, un trastabilleo, un ligero tartamudeo, un enrojecimiento, un ligero rubor, un momento de indecisión, un contraluz o una caída inesperada en un claroscuro, una ráfaga de viento inesperada o un vaho inquietante que nos alcanza; siempre son sensaciones atmosféricas que traen lo diferente de si, lo inesperado, la inquietante extrañeza.
 En la escucha analítica se trata de acoger esas presencias rutilantes, insistentes, apenas una ligera sensación que fuerza un gesto, una mirada torcida, una sonrisa imperceptible, una tos que se escurre sin querer ser escuchada.  En todos estos casos el objeto no omisible está presente, el doble nos acompaña. Tal vez el inconsciente freudiano no sea otra cosa que esta presencia más real que la propia realidad, presencia muda que nos trae la salvación.
 Es cierto que la situación analítica está plena de estos acontecimientos y que en muchas ocasiones no sabemos valorarlos, sostenerlos, arritmarnos a ellos.Se trata, entonces, de hablar con el doble, de contestar al doble, de sentir su presencia insistente que nos pide también que nosotros entremos en la diferencia de si y que encarnemos, como psicoanalistas, el objeto no omisible y permitamos su llegada a la luz, su materialización.
 No se trata mas que de un problema de luz, de encarnación de la luz. Claro que si se acepta este acontecimiento la persona no es más, tampoco la persona del analista es más. Quedan polichinelas, idiotas, seres aturdidos, un poco mareados al no tener una identidad que les de peso y una dirección clara de su comportamiento. Hay risas, ligereza, aturdimiento y lo que deja como resto la operación es una alegría aérea. La presencia del doble con sus tropiezos en la vida cotidiana abre otro espacio del trato, el espacio de lo frío, se inaugura una ética de la frialdad, de la crueldad. 
Son personajes que en su aturdimiento, en su reír torcido extraño, manifiestan un desamor una rara incapacidad para la amistad, incapaces de simpatía, no permiten el misterio ni el deseo, todas estas cosas les resultan superfluas, solo la distancia, el frío, la crueldad, la mirada desencontrada, la risa, y sobre todo su gusto por la manada, por los actos en manada, las palabras en manada, la sexualidad en manada, la risa en manada, todo múltiple y cambiante, sin un centro preciso, más bien un centro siempre descentrado, no se sabe a quién le pasan las cosas y ni siquiera qué cosas pasan.
 Relato múltiple, cambiante, repetitivo, en cascada, óptico,  impreciso, contornos borrosos del idiota aturdido que habla y habla sin encontrar un centro a su discurso ni un sujeto que lo sostenga, solo la risa transita de un doble a otro, pero no la risa del simpático o del enamorado sino la risa del difuso del que no tiene identidad, la risa que pasa de unos a otros de la manada y genera la frialdad que la caracteriza.
 Eso es lo real, esa risa del descentrado es lo real, esa risa fría hace manada, crea atmósfera, algo  inquietante ha surgido y es nuestra alma.


Seres sin misterio, al fin, porque son manada.






...en manadas...


...solo lo frío y lo cruel...
La catástrofe glacial supone el hecho atmosférico que siempre es provocado por un escalón, una diferencia imperceptible, un hiato, una cesura que rompe la comprensión habitual sostenida en la identidad y abre ese otro mundo de imágenes-espejo, ese otro mundo de lo frío y lo cruel. Cada ojo mira en una dirección, cada palabra habla  un idioma extranjero, cada movimiento es un salto o un desequilibrio, cuerpo de Coppélia,  ropajes de Arlequín, siempre el doble en escena, siempre la diferencia de la diferencia, siempre espejos de espejos, claroscuros, umbrales, bordes que llevan a algún desequilibrio, caídas imposibles pero también sostenimientos imposibles. Racimos, bandadas, nomadismo cruel, nunca la identidad, nunca la parada, nunca el suelo estable, siempre una inclinación, un giro, una cesura, un enredo, un robo, una falsedad, frío.